martes, 21 de junio de 2011

¿ESTAMOS LOS PADRES EN CRISIS?

Hay algunos pensadores modernos que, al examinar las crisis o problemas de nuestra sociedad, hablan de una crisis que está convirtiéndose en un verdadero drama y trauma para nuestra civilización. Ellos hablan, o llaman a esta crisis: "la muerte del padre".
Y es que parece que van desapareciendo muchas cosas que rodeaban al padre en tiempos pasados. Parece que hoy, ya no cuentan esos valores paternales que durante siglos sirvieron de referencia, de respaldo vital para las anteriores generaciones. Hoy, hay muchos jóvenes que ya no creen en sus padres, y también, hay muchos padres que han perdido la ilusión o el coraje de serlo de verdad, a plenitud.
Tal parece que una generación ha sido devorada, haciendo cierto aquello que decía el Padre Lombardi hace varios años: "Hoy los padres son en realidad abuelos de sus propios hijos." Es decir, los hijos ni los ven, ni los admiran, ni los buscan, ni los respetan, ni confían en ellos como padres. Más bien se sirven de ellos, los utilizan, o cuanto mucho, les sobrellevan como si fueran sus abuelos. Y es que, al lado de la crisis, o al lado de la falta de padres, está el sentimiento de soledad que vive mucha gente. Es frecuente, por ejemplo, el caso de una jovencita, que, carente de la imagen de la presencia de un padre en su infancia, a la hora de enamorarse, casi siempre se enamora de alguien bastante mayor que ella, en lo que se ve la búsqueda de un compañero, pero casi inconscientemente, busca, o necesita también el padre que ella siempre necesitó, añoró, y que nunca tuvo.
A propósito de lo que significa ser padre cristiano, es curioso el resultado de una encuesta que leí hace unos días. Analizando la asistencia a la iglesia, se ha demostrado que los hijos acuden en un porcentaje del 72 % cuando ven que sus padres, ambos, el papá y la mamá, asisten regularmente a la iglesia. ¡El 72 %! Alguien dirá: No es éste mi caso. Vamos los dos a misa y nuestros hijos no quieren ir. No todo coincide con la estadística, pero, generalmente, estas estadísticas son bastante acertadas. 72 % acuden cuando ambos padres también acuden a la iglesia.
Pero, fíjense la diferencia: cuando, la que asiste a la iglesia solamente es la madre, y en muchos casos, esto es muy común entre nosotros, cuando es la madre la asiste a la iglesia, entonces, solamente el 15 % de los hijos, se mantienen fieles a la práctica religiosa. Y no me dirán que esa madre cristiana, ferviente, practicante, está luchando pues inútilmente, porque no tiene el apoyo del esposo y del padre, y las consecuencias, a veces, no son tan agradables cuando aparentemente se toman a la ligera.
Como en todas las encuestas, o estadísticas, hay sus excepciones, pero no me negarán que la crisis de la presencia del padre se nota profundamente en los valores cristianos. Por favor, padres que me leen en este momento, dejemos a un lado teorías machistas o caprichos, o comodidad. Si son cristianos, si se autodenominan católicos, ¡no empiecen a decir que son católicos a su manera para que sus hijos sean a su realísima manera, y para que la tercera generación acabe por no ser ni a su manera, porque ya no van a ser católicos! Si somos católicos, ¡seámoslo de verdad!
La cosa es seria, y el mal que podemos producir es terrible. Les dejo con esa frase que a veces habrán oído muchas veces: "La familia que reza unida, se mantiene unida". Qué ejemplo más hermoso, y qué recuerdo, que nunca se les va a borrar a nuestros hijos, es ver, que la familia siempre se mantuvo unida, porque el origen, la fuente, y la base de su unión, estaba en la oración, en la asistencia concreta, en este caso, a celebrar la Santa Misa los Domingos.



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