martes, 21 de junio de 2011

TODOS SUFRIMOS

Una de las realidades que menos comprendemos es la del dolor. ¿Por qué tengo que sufrir esta enfermedad? ¿Por qué me ha tocado a mí que tengo familia, hijos, posesiones, riquezas?
¿Por qué me ha tenido que venir este dolor en la flor de mis años? ¿Por qué me deja mi novia o novio? ¿Por qué se ha muerto mi padre o mi mejor amigo? ¿Por qué? ¿Por qué?...
Y así podrías ir enumerando todos los porqués que tú quieras. En este día, en el que ves desfilar ante tus ojos imágenes bellas y una música agradable para tus oídos, el dolor parece el contrapunto a todo eso. Y es verdad.
Pero, ¿qué adelantamos o que logramos con tantas quejas y por qué martíllanos nuestra cabeza con tantas preguntas?
Todos sufrimos. El dolor no se comprende. Se combate con el amor.
Sé que no te vale que diga que otros sufren igual que tú. La gran respuesta al tema del dolor que padeces, que padecemos, únicamente se encuentra para los creyentes: en la luz.
Jesús fue un ser de luz. Justamente esa luz le daba una gran serenidad bajo la mirada de su Padre celestial. Otra clave para el dolor te viene dada por el hecho de saber que eres amado por Dios.
Me contaba una pareja de jóvenes que en cada beso que se daban, en cada susurro de sus labios, en cada paso que daban contemplando paisajes, flores de diversos colores, decían siempre: “Dios nos ama. Amemos a Dios”.
De esta forma, comentaban, nuestra vida transcurre por las sendas de este mundo sin sentir el zarpazo del dolor. Todo lo vemos con naturalidad: la salud, la enfermedad y el dolor. Conectamos nuestras pilas con el amor de Dios. Eso es todo. ¡Vive hoy feliz!



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