martes, 21 de junio de 2011

UN MENSAJE PARA COMPARTIR

Hace varios años, en un curso de comunicación, experimenté un proceso muy fuera de lo común. El instructor pidió que revisáramos nuestro pasado y anotáramos todo aquello que nos hiciera sentir avergonzados, culpables, incompletos o arrepentidos. A la semana siguiente nos invitó a leer las listas en voz alta.
Aunque parecía algo muy íntimo, siempre hay un alma valiente que se ofrece como voluntario. A medida que cada uno leía su lista, la mía seguía creciendo. Al cabo de tres semanas me encontré con ciento un puntos en contra.
Entonces el instructor nos sugirió que buscáramos el modo de pedir perdón o corregir el mal cometido. Yo dudaba seriamente que eso sirviera para mejorar mi comunicación; en realidad, me imaginaba ahuyentando a todos los que me rodeaban.
A la semana siguiente, el hombre sentado junto a mí leyó este relato:
"Mientras hacía mi lista recordé un incidente en la secundaria. Me crié en una pequeña población de Iowa, donde había un comisario, el señor Brown, que a los chicos no nos caía nada simpático. Una noche, mis dos amigos y yo decidimos hacerle una broma pesada. Después de beber unas cuantas cervezas, buscamos una lata de pintura roja y trepamos al tanque de agua, situado en el centro de la ciudad. Allí escribimos, en letras bien rojas: El comisario Brown es un “hi.. de p..”
Al día siguiente la ciudad toda vio nuestro glorioso cartel. En menos de dos horas, el comisario Brown nos tenía a los tres en su oficina. Mis amigos confesaron, pero yo mentí, negando la verdad. Nadie me descubrió jamás.
Casi veinte años después, el nombre del comisario Brown aparece en mi lista. No sabía siquiera si aún vivía. El fin de semana pasado llamé a Informaciones de mi ciudad natal. Aún figuraba un Roger Brown en la guía. Marqué su número. Una voz atendió.
-¿Hola? -¿Habla el comisario Brown?-pregunté. -Sí.
-Vea, le habla Jimmy Calkins. Quería decirle que fui yo.
(una pausa). Luego gritó: -¡Estaba seguro!
Nos reímos con ganas y mantuvimos una conversación muy animada. Al despedirse me dijo:
-Siempre lo lamenté por tí, Jimmy; porque tus amigos descargaron el pecho, pero yo sabía que tú cargabas todavía con eso. Quiero agradecerte que me hayas llamado...Por tu propio bien.
Jimmy me ayudó a solucionar los ciento un puntos de mi lista. Me llevó casi dos años, pero esa fue la plataforma de lanzamiento y la verdadera inspiración para mi carrera de mediador.
Por muy difícil que sea el conflicto, la crisis o la situación, siempre recuerdo que nunca es demasiado tarde para limpiar el pasado y comenzar a resolverlo.


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