martes, 21 de junio de 2011

NO JUZGUEMOS SIN CONOCER

Cuando alguien nos habla mal de otra persona y nos cuenta cosas horribles de ella o él, sucede que si en algún momento tenemos la ocasión de conocerle, tememos pueda afectar nuestro modo de verle.
Nunca hemos visto a esa persona, jamás la hemos conocido… y sólo porque alguien dijo que era de esa manera le juzgamos y no miramos con buenos ojos el conocerle.
Pasa lo mismo en todos los ámbitos, nos presentan a alguien y luego nos dicen que ese no vale la pena, que es un mujeriego, que es irresponsable, que no sabe hacer nada, que es flojo, y al final… lo mismo, le juzgamos aún sin haberle concedido la oportunidad de dejarle hablar, o al menos, de tener la duda de que dichas personas sean así.
Creo amigos, que siempre debemos conceder una oportunidad a las personas, e intentar conocerlas antes de enviarlas derecho a nuestra lista negra.
Tampoco debemos ir por ahí hablando mal de los demás, es posible que algún día hicieses daño a alguien y no creo que te guste que por ello anden hablando mal de ti y encasillándote de tal manera que otras personas anden juzgándote aun sin conocerte.
¿Se imaginan ustedes si Dios nos juzgara de esa manera? Es imposible plantearlo siquiera porque Él, en su gran misericordia y amor, nos ama con todos nuestros grandes defectos, con toda nuestra maldad, con toda nuestra amargura que llevamos dentro. ¿Entonces, por qué nosotros hacemos daño a otro ser humano igual que nosotros? ¿Por qué no dar la oportunidad del perdón, de decirle que lo queremos a pesar de todo lo malo que nos ha supuesto? ¿No sería un mundo más maravilloso si todos pudiéramos hablar, dialogar con las personas que tenemos problemas, con nuestros familiares, hermanos, y amigos? Mis queridos lectores, la vida está llena de tropiezos que nos hacen caer una y otra vez, pero si tenemos un poco de bondad en nuestros corazones seguro que llegaremos a ser mejores personas, perdonemos como Dios nos perdona a nosotros. Demos gracias de todo lo que poseemos y de lo que carecemos, recuerda que estos días son para vivirlos con humildad y amor.
No juzguemos amigos, que después de igual manera nos juzgarán a nosotros. Pidamos a Dios ser diferentes, que todas nuestras oraciones las escuche, y que nos ayude con todo lo que hoy nos angustia.


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