martes, 21 de junio de 2011

HABLEMOS DEL AFECTO

No es fácil hablar de amor o de afecto en esta época. Sin embargo, en este país enfermo, vale la pena intentarlo y trabajar por el afecto.
En muchos hogares no hay afecto. Los padres y los hijos se hallan distanciados totalmente. No hay abrazos, caricias, ni besos. Los hijos se van para la escuela, el colegio o la universidad con un simple “chau”. Cuando regresan, preguntan por el almuerzo o la comida, de pronto, preparan sus tareas y se van a su habitación a ver televisión o a la computadora. (Ya en muchas casas se implementaron estos elementos en las habitaciones de los niños y los jóvenes). Es más fácil deshacerse de ellos. Molestan menos y no están en la calle o hablando como “loros”.
El afecto no existe en los hogares y menos desde cuando papá se fue a otro estado a trabajar, y mamá también está dedicado a su trabajo y los hijos se quedan con la abuela o la tía. Niños y jóvenes se sienten solos y abandonados, no hay afecto, no hay hogar y si no hay hogar, empezamos mal.
Palabras negativas empiezan a fortalecerse y llevan al muchacho o a la niña a la droga, el licor, el vicio. Entre estas palabras negativas, tenemos la soledad, la tristeza, la desesperación y en especial, la depresión
En la escuela, el colegio y la universidad, también se requiere el afecto. Los niños y los jóvenes son apáticos. Algunos de sus profesores trabajan con problemas que traen de sus hogares o están enseñando “porque les tocó”. Porque no encontraron más algo qué hacer y fue el único trabajo que se les apareció. Sus problemas están por encima de la educación. Muchos docentes se limitan a dictar su clase y los niños y jóvenes ven cómo estos también se parecen a sus padres. Poca relación y confianza. Tampoco les pueden hablar. Están, como sus padres, muy ocupados. Vuelven a sentir la soledad, tristeza, preocupación.
En las empresas, con base en la motivación a sus empleados, pueden fortalecer el afecto. Si los empleados trabajan felices y sienten que entre sus jefes hay afecto, que entre ellos hay afecto, que entre sus jefes y ellos hay afecto, la empresa será, cada vez más grande, mejor, llena de alegría y el trabajo se convertirá en delicioso alimento del espíritu y se hará con satisfacción. Los resultados serán mejores y su calificación siempre será excelente.
Por consiguiente, procuremos que el afecto renazca en los hogares para que haya más felicidad. El afecto debe ser una de nuestras bases para mejorar en todo sentido.



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