martes, 21 de junio de 2011

EL VIAJERO SEDIENTO

Lentamente, el sol se había ido ocultando y la noche había caído por completo. Por la inmensa planicie de la India se deslizaba un tren como una descomunal serpiente quejumbrosa.
Varios hombres compartían un departamento y, como quedaban muchas horas para llegar al destino, decidieron apagar la luz y ponerse a dormir. El tren proseguía su marcha.
Transcurrieron los minutos y los viajeros empezaron a conciliar el sueño. Llevaban ya un buen número de horas de viaje y estaban muy cansados. De repente, empezó a escucharse una voz que decía:
–¡Ay, qué sed tengo! ¡Ay, qué sed tengo!
Así una y otra vez, insistente y monótonamente. Era uno de los viajeros que no cesaba de quejarse de su sed, impidiendo dormir al resto de sus compañeros. Ya resultaba tan molesta y repetitiva su queja, que uno de los viajeros se levantó, salió del departamento, fue al lavabo y le trajo un vaso de agua. El hombre sediento bebió con avidez el agua. Todos se dispusieron a dormir de nuevo. Otra vez se apagó la luz. Los viajeros, reconfortados, se dispusieron a dormir. Transcurrieron unos minutos. Y, de repente, la misma voz de antes comenzó a decir:
– ¡Ay, qué sed tenía, pero qué sed tenía!
Moraleja: La mente siempre tiene problemas. Cuando no tiene problemas reales, fabrica problemas imaginarios y ficticios, y lo que es más increíble: teniendo incluso que buscar soluciones imaginarias y ficticias. Por eso mi querido lector ten mucho cuidado con lo que “alimentas” tu mente porque de ello depende tu accionar en la vida. Cuando todos hablan de crisis es muy fácil contagiarnos de pesimismo, y además, podemos caer en la actitud de permitir que la angustia entre a nuestra mente, y de ahí a todo nuestro ser, por eso debemos recordar que la palabra “crisis” también es una oportunidad de “crecimiento”, mejor dediquémonos a crecer día con día.

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