martes, 21 de junio de 2011

ARREGLAR EL MUNDO

Vivía un científico preocupado por los problemas que agobian al mundo, y se propuso un día encontrar la solución para disminuirlos. Pasaba días encerrado en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.
Cierto día, su hijo de siete años, invadió su laboratorio decidido a ayudarlo en su trabajo. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que se fuera a jugar a otro lado, ya que el niño no se iba, buscó algo para poder entretenerlo. De repente tomó un mapa-mundi de una revista, y con una tijera recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta adhesiva, lo entregó al hijo, diciendo:
- Como a ti te gustan los rompecabezas, entonces voy a darte el mundo para que lo puedas arreglar. Aquí tienes el mundo todo roto y destrozado. Mira cómo puedes arreglarlo. ¡Hazlo todo solo!
El científico calculó que al niño le llevaría días para arreglar el mapa hecho pedazos.
Algunas horas después, escuchó la voz del hijo que le llamaba felizmente: - ¡Padre, padre, logré arreglar el mundo!
Al principio el padre no dio crédito a las palabras del hijo. Pensó que a la edad de su hijo sería imposible arreglar un mapa que jamás había visto. Entonces, el científico levantó sus ojos para ver el trabajo realizado por su hijo, seguro que vería un trabajo digno de un niño. Sin embargo, para su sorpresa, el mapa estaba completamente armado. Todos los pedazos habían sido colocados en sus sitios.
¿Cómo es posible?, ¿Cómo el niño había sido capaz? Se preguntaba el padre. - ¿Cómo lo conseguiste?, si tu no sabias como era el mundo ¿Cómo lo lograste hijo?
El niño respondió: - … Padre, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando tu quitaste el papel de la revista para recortarlo y hacerlo pedazos, mire que del otro lado estaba la figura de un hombre. Cuando tú me diste el mundo para arreglarlo, yo intente pero no pude. Entonces me acordé del hombre y di vuelta a los pedazos y empecé a arreglar al hombre que yo sabía cómo era. Cuando terminé de arreglar al hombre di vuelta a la hoja y encontré que también había arreglado el mundo.
Procuremos el arreglo del mundo, empezando, pues, por nosotros mismos, en nuestros hogares, y con nuestros hijos. Solamente arreglando al hombre, podemos arreglar al mundo.

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